Mariana de Paula Ferreira (Brasil, 1984), bajo el nombre artístico de Mari Paula, es bailarina, coreógrafa y gestora cultural afincada en Cantabria y trabaja en el campo de la formación, de la creación y de la gestión en el ámbito de la danza y de las artes vivas
¿Cuál es el país del que nos vas a hablar? Explícanos brevemente que te llevó allí.
Estados Unidos, ciudad de Nueva York
¿Qué destacarías de tu experiencia con el colectivo de danza en el país?
‘El cuerpo de NYC es vivo, todo lo contrario de una posible apatía social, yo me atrevo a decir que este cuerpo que he visto podría clasificarlo como un cuerpo-ganas’.
Tras seis años viviendo en España, viajar a NYC y tener contacto con la comunidad de la danza de allá fue como entrar en una ola gigante, quedarme buceando en ella por horas, días, semanas pero lejos de sentirme que en algún momento me ahogaría…
Los cuerpos de NYC son vivos, vibrátiles, fuertes, con ganas. No hay tiempo para tonterías. En estos cuerpos podemos ver la diversidad cultural, corporal, de género, de raza e incluso lingüística, todo puesto en marcha desde una horizontalidad y de un respeto hacia el otro que me impresionó. Es como si la lucha de clase, de género y de raza estuviera toda en una misma olla bailando juntas y no pasaba nada si la patata se mezclara con la zanahoria. Fue impresionante ver que ‘las tribus’ se pueden mezclar y con eso suman. Fue de una belleza tremenda, una belleza no por ser bello y si por ser real, verdadero y sincero.
¿Qué te ha aportado la comunidad de danza con la que has contactado?
Me hizo entender que hace falta hablar menos y bailar más… Aquí en España se habla demasiado, los profesionales hacen presión desde la palabra o desde ́lo correcto’ o ‘de moda’. Hay poca creatividad, el cuerpo está cada vez más apático, cuadrado, anti creativo y eso tiene que ver con un sistema de mercado, de control (incluso de la ocupación de los espacios públicos) y de una inocencia de creerse más puro, mejor o más intelectual. La danza es la celebración de la carne y no tiene nada que ver con la domesticación de la misma. No se puede pensar en la danza de hoy sin mirar a las Américas, a África y a Asia… Europa se está quedando atrás y hay que ponerse las pilas, pero ya.
¿Qué sientes que has aportado a la comunidad de danza del país?
Yo no he aportado nada, me han aportado ellos, me han despertado del Sueño de Don Quijote y del cuerpo higienizado y correcto, jeje.
¿Y qué más nos contarías sobre tu experiencia?
Por primera vez estuve presentando un trabajo creativo dentro de la Academia. Estuve presentando mi último solo ‘Fronterizas’ dentro de un congreso sobre lo liminal en la Johns Hopkins University, y fue muy enriquecedor estar dos días escuchando investigadores hablando y profundizando temas como de colonialismo, reparación histórica, afro-futurismo, entre otros, tan actuales y necesarios. Me pareció interesante el cruce entre la producción de pensamiento académico y la producción artística, en suma muy enriquecedor para ambas partes.