Marta Romero, gestora y mediadora cultural, desarrolla proyectos educativos, sociales y artísticos
Marta Romero, licenciada en Traducción e Interpretación, Máster en Estudios de Desarrollo y Máster en Danza Movimiento Terapia, con formación en danza clásica, contemporánea y contact improvisación. Ha trabajado en América Latina y África. En Etiopía donde junto con Junaid Jemal Sendi y Assisi Demissie crea la compañía Destino una empresa social que utiliza la danza como herramienta de cambio social.
En la actualidad compagina la gestión y la mediación cultural con el apoyo a proyectos educativos, sociales y artísticos con el fin de establecer puentes y construir relaciones.
¿Qué es la danza para ti, como la defenderías?
Para mí la danza es la forma de reconectar con el cuerpo. Volver a casa. A través del movimiento podemos reconocer cómo estamos, qué deseamos o qué nos duele y sanarnos.
Además la danza nos acerca a la belleza y a la sensibilidad y creo que ambas nos hacen más humanas.
Has vivido en otros países y en otros continentes ¿crees que la danza es un lenguaje común?
Sí, lo creo firmemente porque lo he experimentado. A veces siento que usamos tanto algunas palabras o frases que se vacían de significado y dejan de transmitir su verdad. Creo que eso ocurre con “lenguaje universal”. Me refiero a que la danza nos atraviesa a todas las personas porque se asienta en el cuerpo que todas tenemos. Ese cuerpo que percibe, siente, memoriza, duele… Puedes llegar a compartir con otra persona aspectos profundos e íntimos de ti misma, sin mediar una palabra, sólo bailando.
¿Cómo crees que la danza puede ayudar a las personas? ¿y a las sociedades?
La danza puede ayudarnos a amar. Siento que hoy en día el miedo acampa a sus anchas en nuestra sociedad. Miedo a ser juzgado, miedo a equivocarse, miedo a no tener, miedo a que nos hieran, miedo a arriesgar… miedo a vivir, a fin de cuentas. La danza, o el movimiento en su sentido más amplio, nos puede ayudar a dejar de tener miedo a tocar al otro y a ser tocados por el otro (literal y metafóricamente). Básicamente nos puede guiar al amor. ¿Qué hay más sanador que un abrazo?
En Cantabria llevas una labor muy activa para dignificar la danza y sus profesionales. También para usarla como herramienta social ¿cómo ves Cantabria en este ámbito?
Hay mucho camino por andar, tanto en el ámbito artístico como social/comunitario, pero hemos avanzado también mucho en estos últimos años. Soy optimista y confío en el potencial de los profesionales de esta región, con talento y pasión. Confío también en el poder de las personas cuando se asocian y trabajan juntas hacia un objetivo común. Los cambios profundos siempre son lentos y se tarda muchas décadas en conseguirlos, pero es necesario que todas las personas empujemos y sumemos, desde donde estamos en cada momento, para que se avance y no se retroceda, ¡y aunque no vayamos a ver el resultado final nosotras mismas! En el ámbito educativo, por ejemplo, creo que hay una importante masa crítica de docentes en Cantabria que quieren integrar las artes y el cuerpo en el aula para transformar la pedagogía y eso me hace profundamente feliz.
Y tú ¿ por qué bailas, qué es lo que te mueve?
Ay, ¡últimamente bailo tan poco…! Bailar siempre me ayuda a encontrarme, a relacionarme y a fluir. Me ayuda a volver a mi eje. Después de bailar siempre me siento mejor y el mundo me parece menos áspero y más amable.